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sábado, 29 de enero de 2011

Ser feliz por uno mismo

Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento. Sufres porque no aceptas lo que te va ocurriendo a lo largo de la vida y porque tu ego te hace creer que puedes cambiar la realidad externa para adecuarla a tus propios deseos y necesidades egoístas y egocéntricos.

Pero la verdad es que lo único que sí puedes cambiar es la interpretación que haces de los acontecimientos en sí, conociendo y comprendiendo cómo funciona tu  mente. Si tu interpretación del hecho te reporta sufrimiento es  que actúas movido por la ignorancia; si te deja paz interior o te trae armonía y satisfacción, no cabe duda de que actúas movido por la sabiduría. Ante el sufrimiento, el miedo, la tristeza o la angustia, hazte una simple pregunta: ¿qué es lo que no estoy aceptando? La respuesta te hará comprender que la limitación que origina todas estas desagradables reacciones está en tu propia mente y no en ninguna otra parte. En realidad, nadie puede hacerte daño: tu ego es el que te hace reaccionar automática y negativamente ante lo que te sucede, te dicen o te hacen. Tu ego es el único responsable de tu malestar interior, por mucho que te esfuerces en buscar culpables fuera de ti mismo. Cuando compruebas la veracidad de estas afi rmaciones a través de tu experiencia personal, dejas de intentar cambiar la realidad externa para acomodarla a las exigencias de tu ego y comienzas a trabajar sobre tu realidad interna para aprender a aceptarla tal como es. A partir de entonces comprendes que has venido al mundo a aprender a ser feliz por ti mismo y a aceptar y amar a los demás tal como son. Éste es el llamado camino espiritual.

Gerardo Schmedling  
 Escuela de Magia del Amor 

lunes, 24 de enero de 2011

Auto Perdón


¿Qué culpa?, preguntas. Todas las emociones negativas de tu vida surgen de la tu culpabilidad/ vergüenza inconsciente, que debe ser llevada a la consciencia para poder deshacerte de ella.

Tus sentimientos de inadecuación o indignidad generan miedo al castigo. Si crees que hay algo malo en ti, o que has hecho algo malo, tendrás miedo a ser castigado, te defenderás de todo ataque imaginario. En cuanto sientas que alguien cuestiona tu valía, estarás dispuesto a apretar el gatillo.

Todo este escenario de culpabilidad y punición sólo está en tu propia mente. Si lo proyectas, incluirás en él a otros y entonces tendreis que resolver la situación juntos. Esto no hace sino aumentar el grado de dificultad. Es improbable que puedas resolver algo con otra persona cuando ni siquiera eres consciente de tu complicidad en el evento.

Más vale empezar por tomar conciencia de tus propios pensamientos. Pues no solo descubrirás que la culpabilidad está en la raíz de todo sufrimiento , también descubrirás que necesitas perdonarte a ti mismo. Sin auto-perdon, no hay liberación de la culpa. De modo que el drama de la redención también ocurre únicamente en tu propia mente.
Amor Sin condiciones
Paul Ferrini

domingo, 23 de enero de 2011

Waking Life (Despertar a la vida)

Waking Life (Despertar a la vida) 
Muestra las variadas conversaciones que un anónimo protagonista tiene con distintas personas que parecen entrar y salir de su vida sin motivo aparente. Pero paulatinamente se atisba un propósito detrás de los crípticos y profundos intercambios. La primera gran frase de Waking life, "dream is destiny" (el sueño es el destino), marca la gran idea sobre la que gira la película: entrometerse con el mundo de los sueños, tan inquietante y honesto como oscuro y apasionante, abrirse a él pese a no poder controlarlo, permitirse disfrutar al máximo del instante eterno que dura.

miércoles, 19 de enero de 2011

Dejar de querer para empezar a amar

Todos los seres humanos desean ser queridos. Pero ¿cuántos aman realmente? El verdadero amor actúa como un alquimista: convierte la ambición en altruismo y transforma el sufrimiento en felicidad.

Tal vez sea por la intensidad del frío. O quizás por una simple cuestión de tradición. Pero lo cierto es que enero es el mes preferido por los españoles para reflexionar sobre cómo marchan sus vidas. Después del despilfarro y la resaca navideños, muchos se refugian en el calor de sus hogares para hacer balance y fijar los clásicos propósitos de año nuevo.

Dejar de fumar. Estudiar inglés. Perder peso. Ir al gimnasio. Éstas son algunas de las promesas más comunes. Y dado lo difícil que nos parece cambiar de hábitos, damos por hecho que lo más importante es intentarlo. A malas, siempre podemos repetir el año que viene.

En paralelo, un nuevo propósito está emergiendo en el corazón de más seres humanos. Se trata de una promesa bastante menos concreta y mucho más intangible. A diferencia de otras, no suele pronunciarse, pues consiste en una práctica pacífica y silenciosa. Es el mayor de los compromisos que podemos hacer con nosotros mismos, y cumplirlo no requiere consejos ni estudios. Está por encima de cualquier otra meta. Ahora mismo, al menos una persona acaba de proponerse aprender a amar.

EL AMOR ES EL CAMINO

"Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo" (proverbio chino)

Que hemos venido a este mundo a aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubrió antes de que comenzara la historia de la filosofía. Zoroastro (630-550 antes de Cristo), Mahavira (599-527 antes de Cristo), Lao Tsé (570-490 antes de Cristo), Buda (560-480 antes de Cristo), Confucio (551-479 antes de Cristo), Sócrates (470-399 antes de Cristo), Jesucristo (1-33)... Todos los grandes sabios de la humanidad, cuyas enseñanzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en día, dijeron esencialmente lo mismo: "Amar a los demás es el camino que lleva a los seres humanos a la felicidad".

Aunque muchos otros han seguido predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los años, las décadas y los siglos, y la gran mayoría de seres humanos seguimos sin saber amar. Aprender eso no entra en los planes de nuestro proceso de condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral, político y económico.

Como estudiantes nos hacen memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales productivos. Pero se olvidan de lo más básico. Así es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional. Y si bien el éxito no es la base de la felicidad, ésta sí es la base de cualquier éxito. Por el contrario, desde pequeños nos hacen creer que el mundo está lleno de gente malvada. Que no hay que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e ir tirando. Así, el miedo, la frustración y el resentimiento van pasándose de generación en generación, creando una cultura basada en la desconfianza, la resignación y la insatisfacción.

MÁS ALLÁ DEL CONDICIONAMIENTO

"No es signo de salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma" (Jiddu Krishnamurti)

La perversión de la naturaleza humana ha llegado hasta tal punto que a lo largo de este proceso de condicionamiento también escuchamos que la bondad es sinónimo de estupidez, pues uno siempre termina por arrepentirse de sus buenas acciones. Y que amarse a uno mismo es una conducta egoísta, propia de un narcisista. De ahí que hablar acerca del amor al prójimo suene ridículo.

Sean ciertas o no, todas estas creencias moldean nuestra percepción del mundo e influyen en nuestra forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Y no se trata de culpar a nadie, sino de responsabilizarnos de nuestro proceso de cambio y crecimiento. Lo que está en juego es nuestra libertad para decidir quiénes podemos ser. Y aquí no hay maestros, sólo espejos donde vernos reflejados. En última instancia, dejar de existir como orugas y empezar a vivir como mariposas es una transformación que sólo depende de cada uno.

El reto consiste en cuestionar nuestras creencias, por más que atenten contra el núcleo de nuestra identidad. De ahí que este aprendizaje surja como una iniciativa personal, un compromiso a largo plazo en el que la conquista del verdadero amor se convierte en el camino y la meta. Y no se trata de una moda pasajera. El autoconocimiento y el desarrollo personal son procesos cada vez más aceptados por la sociedad. Al haber tanta oferta y tratándose de un asunto tan íntimo y delicado, su utilidad dependerá de lo bien que sepamos elegir.

LOS ENEMIGOS DEL AMOR


"El amor es la ausencia de egoísmo" (Erich Fromm)

Según las leyes de la evolución, todo empieza con el conocimiento (información veraz). Luego viene la comprensión (experiencia personal). Sólo así es posible aceptar (dejar de reaccionar negativamente frente a lo que sucede) para poder finalmente amar (dar lo mejor de nosotros en cada momento). Por el camino hemos de vencer a nuestro mayor enemigo: nosotros mismos (nuestro mecanismo de supervivencia emocional, más conocido como ego). Para lograrlo es necesario ser sinceros (no autoengañarnos), humildes (reconocer nuestros errores), valientes (atrevernos a enmendarlos) y perseverantes (comprometernos con nuestro proceso de aprendizaje).

El miedo (a que nos hagan daño), el apego (de perder lo que tenemos) y la ira (de no conseguir lo que deseamos) nos esperan a la vuelta de la esquina. Un poco más lejos se esconde nuestra ignorancia (el desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza), la causa última de nuestro egoísmo (tendencia antinatural que corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos impide amar, que es nuestra esencia.

Igual que no tenemos que hacer nada para ver, no tenemos que hacer nada para amar. Tanto la vista como el amor son atributos naturales e inherentes a la condición humana. Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el estrés, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la envidia, la arrogancia, la preocupación, la intolerancia, la cobardía, la avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza...

DIFERENCIA ENTRE QUERER Y AMAR

"El amor es lo único que crece cuando se reparte" (Antoine de Saint-Exupèry)

Todos los vicios de la mente son fruto de interpretar de forma egocéntrica la realidad, una actitud impulsiva e inconsciente que nos impide aceptar lo que sucede tal como viene y a los demás tal como son. Ésta es la causa real de todo nuestro sufrimiento, que además nos encierra en un círculo vicioso muy peligroso. Para poder amar, primero hemos de albergar amor en nuestro corazón.

En este caso, el problema es en sí mismo la solución. Y lo primero que debemos saber es qué es el amor. No al que estamos tan acostumbrados, sino al de verdad. Porque una cosa es querer, y otra muy distinta, amar. Querer es un acto egoísta; es desear algo que nos interesa, un medio para lograr un fin. Amar, en cambio, es un acto altruista, pues consiste en dar, siendo un fin en sí mismo. Queremos cuando sentimos una carencia. Amamos cuando experimentamos plenitud. Mientras querer es una actitud inconsciente, relacionada con lo que está fuera de nuestro alcance, amar surge como consecuencia de un esfuerzo consciente, que nos hace centrarnos en lo que sí depende de nosotros.

Cuando uno ama no culpa, ni juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un poso de alegría, paz y buen humor en cada interacción con los demás, por muy breve que sea. Amar también es aceptar y apoyar a las personas más conflictivas, porque son precisamente las que más lo necesitan. Amar de verdad es sinónimo de profunda sabiduría, pues implica comprender que no existe la maldad, tan sólo ignorancia e inconsciencia. La paradoja es que el amor beneficia primeramente al que ama, no al amado. Así, el amor sana y revitaliza la mente y el corazón de quien lo genera. Por eso recibimos tanto cuando damos.

TODOS SOMOS UNO

"Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra" (Martin Luther King)

Para saber si hemos aprendido a amar, tan sólo hemos de echar un vistazo a nuestra forma de comportarnos con los demás. No en vano, la relación que mantenemos con todas las personas que forman parte de nuestra vida es un reflejo de la relación que estamos cultivando con nosotros mismos. Como lo expresa el filósofo Darío Lostado: "Si no te amas tú, ¿quién te amará? Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?".

Al darnos cuenta de que lo que les hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos primero, tomamos conciencia de lo estrechamente unidos que estamos todos los seres humanos. No en vano, las etiquetas con las que subjetivamente describimos y dividimos la realidad son sólo eso, etiquetas. Y por muy útiles y necesarias que sean para manejarnos en el día a día, no deben separarnos de nuestra verdadera naturaleza: el amor incondicional.

Igual que los árboles ofrecen sus frutos cuando crecen en condiciones óptimas, los seres humanos emanamos amor cuando nos liberamos de todas nuestras limitaciones mentales. De ahí que si queremos saber cuál es la mejor actitud que podemos tomar en cada momento, tan sólo hemos de responder con nuestras palabras y acciones a la siguiente pregunta: ¿qué haría el amor frente a esta situación?

jueves, 6 de enero de 2011

Ayuda humanitaria

Cuando ayudamos a los demás empatizando con su sufrimiento estamos defendiéndonos psicológicamente de nuestra culpa. Hacemos que el sufrimiento de los demás sea real para todo el mundo.
Si percibes a alguien débil, haces su cuerpo real y lo conviertes en algo vulnerable a la muerte. La verdadera respuesta amorosa es reconocer que el Amor es la única Curación. En Su Fortaleza está la Visión de la Vida Eterna y el reconocimiento de la realidad del Ser.



Quítate de en medio

Los milagros son hábitos, y deben ser involuntarios. No deben controlarse conscientemente. Los milagros seleccionados conscientemente pueden proceder de un falso asesoramiento.

5 principio de los milagros
UCDM

Lo que dice este principio es que no debemos confiar en nuestras propias percepciones y, por lo tanto, no debemos escoger cómo tenemos que reaccionar a lo que percibimos. Eso es lo que quiere decir "los milagros seleccionados conscientemente pueden proceder de un falso asesoramiento". Aquí se usa la palabra "milagro" en el sentido popular de los milagros como cosas que nosotros hacemos. Dice, repito, que no debemos ser nosotros los que escojamos lo que hacemos. Podemos estar frente a alguien que esté sufriendo, y podríamos apresurarnos a hacer algo para sanar o aliviar el sufrimiento de la persona, y eso finalmente puede no ser la acción más amorosa que podamos realizar. Esto podría surgir de la lástima; podría proceder de la culpa; podría proceder de nuestro sufrimiento; podría no emanar del amor. Y así lo que Jesús nos dice aquí es: "No elijan conscientemente lo que será el acto de amor. Déjenme hacerlo por ustedes." Este es un punto muy claro, y muy importante. Una tentación en la que pueden caer muchas personas que trabajan con el Curso, así como personas que están en otros caminos espirituales, es convertirse en benefactores espirituales. Por ejemplo, usted va a traer paz al mundo; usted le va a mostrar la verdad a la gente; usted va a ayudar a mitigar el sufrimiento, etc. Todo lo que hace realmente es hacer el sufrimiento real porque lo está percibiendo afuera. Tampoco se percata de que si lo ve afuera, tiene que ser únicamente porque lo ve dentro de sí mismo. Si usted percibe el dolor en otra persona, y se identifica con el dolor, sólo puede ser porque lo ve en usted mismo. Podría ser un ejemplo de reacción-formación: Siento que soy terrible y, por lo tanto, psicológicamente me defiendo de mi culpa tratando de ayudar a todos los demás, tratando de expiar mi pecado después de haberlo hecho real.

Esto no significa que usted niegue lo que ve. Si alguien se ha roto un brazo y grita de dolor, no quiere decir que usted niegue que esa persona siente dolor y que le vuelva la espalda. Lo que sí significa es que usted cambie su manera de mirar ese dolor. Usted se percata de que el verdadero dolor no procede del cuerpo; el verdadero dolor surge de la creencia en la separación que está en la mente. Si verdaderamente quiere ser un instrumento de curación, usted se une con esa persona, lo cual quiere decir, quizás, que usted se apresure a llevarla al hospital. Pero lo que realmente hace a través de la forma de su conducta es unirse con esa persona, y darse cuenta de que usted está sanando tanto como ella.

El asunto aquí es que esta no es una decisión que debemos hacer por nuestra cuenta. Muchas veces cuando tratamos de ayudar, realmente hacemos otra cosa, que a menudo es una extensión de nuestra propia culpa. La lástima no es una respuesta amorosa, la conmiseración no es una respuesta amorosa. Lo ve a usted distinto a la otra persona. En el Capítulo 16, el Curso establece una distinción entre la falsa y la verdadera empatía (T-16.I). La falsa empatía es identificarse o empatizar con el cuerpo de la otra persona -bien sea que hablemos del cuerpo físico o del cuerpo psicológico- lo cual significa que usted hace débil a esa persona al hacer el cuerpo real. La verdadera empatía es identificarse con la fortaleza de Cristo en la persona, al percatarse de que el pedido de ayuda de esa persona es el suyo y, por lo tanto, ambos están unidos más allá del cuerpo.

Recuerden, el problema clave que hay que vigilar es cualquier cosa que refuerce la separación. Es por eso que el parecer del Curso acerca de la curación es tan diferente al de otros caminos. La curación no es algo que alguien hace. La verdadera curación, como la ve Un curso en milagros, no proviene de rezar determinada oración, o de una imposición de manos, o de darle energía a alguien, o de algo por el estilo. Si así fuera, usted estaría haciendo real algo del cuerpo y estaría diciendo que usted posee un don que nadie más posee. Eso no es curación. Esto no quiere decir que estos enfoques no puedan ser útiles, ni quiere decir que no deban usarse. Lo que esto significa es que no se deben llamar curación, porque entonces se estaría reforzando la separación. Muy sutilmente, se estaría haciendo real al cuerpo.

La única verdadera energía en este mundo es el Espíritu Santo. Cualquier otra cosa es falsa energía, y realmente es del ego, del cuerpo. La "energía sanadora del mundo" es el perdón, el cual procede del Espíritu Santo en nuestras mentes. Cualquier otra forma de energía puede tener relevancia, existencia, y realidad dentro del mundo del cuerpo, pero ese mundo del cuerpo es inherentemente ilusorio. No es de eso que habla el Curso en términos de curación. Este habla únicamente de la unión con el Espíritu Santo en nuestra mente al compartir Su percepción, y de ese modo unirnos con los demás.

Repito, no somos nosotros quienes podemos elegir qué debemos hacer y qué no debemos hacer. El es el Único Que escoge la expresión del milagro. Luego lo extiende a través de nosotros. Más adelante, el texto amplía este punto, y dice que nuestro único interés es entregarle nuestros egos al Espíritu Santo; extender el perdón no es responsabilidad nuestra (T-22.VI.9:2-5). Es ahí donde nos equivocamos. Tratamos de extender el milagro por nuestra cuenta, lo cual parece ser la acción amorosa o santa. Lo que hacemos sutilmente es permitir que la arrogancia del ego asuma el papel de Dios. Nuestra responsabilidad es sencillamente pedir ayuda para ver algo en la forma que Jesús lo ve en lugar de verlo como lo ve el ego. Esa es nuestra única responsabilidad. Eso es lo que constituye el milagro. Luego él extiende ese milagro a través de nosotros y nos dice específicamente lo que debemos o lo que no debemos hacer.

Es por eso que a menudo hay tanto juicio e intolerancia entre los caminos religiosos y espirituales. La culpa jamás se perdonó en verdad, sino que simplemente se reprimió y luego se proyectó en la forma de una falsa santurronería religiosa. Recuerdo un ejemplo al efecto de hace muchos años, que ocurrió poco tiempo después de que se publicara Un curso en milagros. Conocimos a un hombre que había preparado una amplia gráfica de las correcciones que el Curso le hace a la Biblia y que él estaba a punto de presentarle a varios ministros que conocía, para mostrarles lo que realmente enseñó Jesús. Básicamente lo que hacía era darle por la cabeza con el Curso a las iglesias que le habían dado por la cabeza a él con la Biblia. Afortunadamente pudimos detenerlo a tiempo. Todo el asunto es que debemos estar susceptibles a lo que pasa en nuestras mentes, estar atentos a cualquier cosa en nuestro pensamiento que pueda causar que nos separemos de los demás, y reconocer que ese tiene que ser nuestro ego. Siempre debemos ser cautelosos de no juzgar de acuerdo con la forma, la cual, por supuesto, es la única manera de juzgar del ego. Mas es cierto, sin embargo, que en el mundo ilusorio alguna gente está más adelantada que otra -Jesús es el ejemplo extremo no obstante, siempre debemos ser cuidadosos al juzgar.

P: Yo encuentro esto muy difícil. Como enfermera, se espera que yo responda ante el dolor y el sufrimiento, y ruego que en situaciones de emergencia yo pueda hacer lo que es debido.

R: Básicamente, es de eso que estoy hablando. Esto no significa, dicho sea de paso, que si usted es enfermera y alguien llega desangrándose usted diga: "Ah, aguarde un momento; tengo que salir a meditar y a preguntar qué debo hacer." En realidad eso no es amoroso. Básicamente, usted presume que quiere hacer lo que es correcto; quiere que Jesús actúe a través de usted y luego usted actúa. Si yo estoy atendiendo a alguien en mi oficina, no me detengo cada quince minutos y digo: "Aguarde, tengo que asesorarme con el Jefe antes de decirle a usted qué hacer o qué creo". Yo sólo naturalmente confío que mis reacciones o lo que digo proceden de Jesús más bien que de mi ego. Lo que trato de hacer entonces, es vigilar siempre mis emociones y pensamientos, de manera que si detecto algo que yo sé que procede de mi ego y no de Jesús, de inmediato pido ayuda para quitarlo de en medio. No me concentro en qué debo decir, porque si lo hiciera siempre estaría equivocando mis palabras y no podría decir nada. Mi centro de interés no es lo que digo, sino quitarme yo de en medio.

Kenneth Wapnick 

miércoles, 5 de enero de 2011

¿Psicoanálisis o perdón?

Al aprender los entresijos del ego en un manual espiritual tan poderoso como UCDM nos volvemos unos psicólogos geniales. Y al estilo del Dr. House podemos confrontar a todo el mundo con argumentos irrebatibles. Cierto, la mayoría de las veces damos en la diana y analizamos los motivos del ego con una destreza que nos da un sentido irrefutable de conocer muy bien a los otros. Los demás nos miran asombrados pero desconfiados. Lo que no vemos es que nuestro ego queda intacto tras las barreras arquitectónicas de su inteligencia. El ego se siente a salvo dentro de su campana de cristal: te rebota y te explota! ;)

He visto como pasaba esto en multitud de maestros espirituales, he podido constatar como mi propio carácter se endurecía con una aparente intransigencia e intolerancia a "los egos de los demás". Al aprender a discriminar al ego del amor, uno ve al ego por todas partes porque se ve a sí mismo reflejado en todo el mundo! Pero el aprendizaje no debe quedar en este fase crítica, debe trascenderse al comprender que lo que uno percibe forma parte de su sistema de interpretación. Perdonar es lo que llama el Curso a liberarnos de nuestras conclusiones y de nuestras soluciones personales. Pasar por alto el ego para poder ver el espíritu iluminando cada alma humana.

La intolerancia al "mundo" y las personas es una justificación perfecta para aislarse y rodearse de aquellos que te dan la razón o piensan como tú. Tenemos el riesgo de querer ser ermitaños  o dedicarnos a dar cursos de  nueva era porque "ya no nos satisface hacer cosas en el mundo". Esta malinterpretación puede llevarnos desde ser una persona que sabe todo lo que  le pasa a los demás (y a uno mismo), hasta llegar a convertirse en un maestro de las justificaciones espirituales por creer tener  un conocimiento exacto de cada situación y persona. Todo menos ser responsables de que todo lo que percibimos es parte de nuestra relación con nosotros mismos.

El camino de la maestría de la visión espiritual, no tiene nada que ver con convertirse en un psicólogo fantástico. Al contrario. Uno puede ver o no las intenciones ocultas del ego, pero reconoce que todos los motivos del ego son el mismo y no los diferencia en absoluto. Ser un maestro significa confiar en la Guia Interna que no deja a nadie desamparado de Su Conocimiento. No significa tener el privilegio de un conocimiento para poder aleccionar a los demás. Significa que cuando alguien viene a ti en busca de ayuda es porque tú tienes el mismo problema, tome la forma que tome, porque el único problema que existe es la sensación de estar separado de Dios.


Tú no te puedes corregir a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es. Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti. Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás.

Cap 9. UCDM



lunes, 3 de enero de 2011

Las 7 Leyes Espirituales del éxito


Deepak Chopra

Recuerda ser Libre

Si recuerdas tu Libertad


serás Libre otra vez.



Frente al Conocimiento


Un hombre va al Conocimiento como a la guerra:  
con miedo, con respeto, bien despierto y con absoluta confianza.

Don Juan Matus



Inofensivo



... Que no se te olvide que somos inofensivos!



Si lo percibes no lo entiendes

Que maestros tan pésimos somos cuando analizamos las reacciones de los demás según nuestras  propias interpretaciones.  Nos quedamos sin ayuda real porque no pedimos Ayuda al Maestro de la Verdad para poder comprender realmente.



“Analizar los motivos del ego es algo muy complicado, muy confuso y nunca se hace sin la participación de tu propio ego. Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fuesen correctas."  

Cap 12. UCDM



domingo, 2 de enero de 2011

El Mundo no te va a hacer feliz


Desde tiempos inmemoriales, pretendemos ser felices intentando cambiar el mundo para poder ser felices. No lo hemos logrado y no hay indicio que lo vayamos a hacer. Más de un millón de años queriendo tener la razón! Me parece evidente que si fuera posible ser feliz cambiando la forma del mundo ya lo hubiéramos logrado, y sobretodo  no sufriríamos al intentarlo (y mucho menos pereceríamos en el intento) porque la misma acción de transformarlo sería plena. ¡Sólo la acción de transformarse uno mismo es plena!

No es posible ser Feliz en este mundo mientras no aceptes que es una Ilusión, y que no hay necesidad de intercambiar una ilusión por otra. El Hijo de Dios no se puede contentar con ilusiones. Acepta el  Universo tal como es. No es culpa tuya que sea así. El mundo no puede cambiarte. Deja de insistir, y siente como la transformación de tu propia mente te devuelve la plenitud del mundo que aún no ves.


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Me preocupo por todo


Este Universo me preocupa...