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jueves, 18 de noviembre de 2010

Tan dañados como estamos...


Si nos diéramos cuenta por un sólo instante un instante sólo lo dañados que estamos, si pudiéramos sentir lo vulnerables que somos al imaginar este mundo afuera nuestro, si fuéramos capaces de percibir lo inmensamente sensible que es esta naturaleza humana, si apenas un segundo sintiéramos lo dañados que estamos, lo poco que hemos crecido desde que somos hombres, si supiéramos lo inmadura que es esta  nuestra capacidad de comunicarnos quizá nos oiríamos balbucear peticiones de amor por doquier y a toda hora, si sintiéramos lo dañados que estamos y lo mermados que están nuestros recursos amorosos, si de pronto nos diera por amarnos a lo mejor comprenderíamos que no teníamos más remedio que amarnos y seguramente sentiríamos eso que no queríamos sentir, que estamos muy dañados y muy dolidos y muy susceptibles por la falta de amor que no nos atrevemos a sentir porque si no lo más probable es que tuviéramos que sentir todo el amor y correr correr y abrazar y abrazarnos y dejar todo lo que estamos haciendo y dejar de atender la herida y dejar de estar dañados y dolidos y quejumbrosos, pero es que entonces tendríamos que dejar todo el tiempo, vaya, sí, toda una eternidad de olvido para recordar un instante sólo. Ay que dañado que estoy...


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