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martes, 15 de junio de 2010

Toma la responsabilidad del poder de tu mente.

Cuando alcanzamos ahí arriba al tercer poder, entramos en un escenario muy complejo. La mente es así, vuelve las cosas sofisticadas y fragmentadas. Separa y clasifica para comprender y nos muestra el todo dividido en millones de elementos. El pensamiento lineal, racional, nos ha dado increíbles logros, es una muestra de su poder. La mente es un monstruo creativo, ilimitado, que navega el tiempo y el espacio. Es expansiva por naturaleza, su apetito es insaciable, cuando se apodera de una situación la devora. Con tal de comprenderla, de poseerla, es capaz de matarla.

Por ser tan tremenda tenemos dificultades para tratar con ella. La mente debería estar a nuestro servicio, sin embargo hemos generado una obsesión compulsiva, nos ha devorado. La mente ahora no deja de pensar. Cree que es la dueña de la situación. No puede detenerse. ¿Lo has observado? Un torrente de pensamientos descontrolados nublan nuestra vida. Son millones de pensamientos enloquecidos que juzgan y descomponen la realidad. Las conexiones las hacemos por asociaciones de ideas y navegamos en ríos por nuestros argumentos, creando mundos y fantasías cuyo protagonista es siempre “yo”. Un yo enrarecido que en realidad no sabe quién es. Solo sabe pensar.
Vemos la vida a través de ese cristal embarrado. El sufrimiento es el resultado de nuestra falta de paz mental. De la imposibilidad de saber, de sentir, quien somos realmente. No puedes saber lo que eres porque estas siempre pensando. Mientras pensamos, no nos percibimos en toda nuestra grandeza. Mientras pensamos no vivimos. La vida, el ser, aparecen a nuestra conciencia en los extraños y brevísimos  momentos en los que la mente se relaja, los pensamientos se ralentizan, se detienen. Llegamos a conclusiones equivocadas respecto a lo que somos y al mundo, como resultado de ese ruido incesante y de esos procesos aleatorios de pensamientos que crecen y se multiplican como una plaga para darnos la razón.
La meditación es simplemente algo natural, aprender que tú no eres los pensamientos  y que los pensamientos pueden estar… o no estar. Que la función “pensar” puede desactivarse.
Que tú no eres tus pensamientos te proporcionará un lugar tranquilo desde el que tener la experiencia de ser. Puedes observar a esos pensamientos pasar por delante de ti sin implicarte,  no darles tierra para que se debiliten. Ver pasar los pensamientos te demostrará que estabas identificado con la “función de pensar”. Que creías ser eso. Verlos pasar te enseñará que, si no los atrapas con tu interés, los pensamientos no tienen poder sobre ti. Si mantienes esta práctica asiduamente, diariamente, verás que eres tranquilo, inmenso, bello y amoroso, a través de los espacios de silencio que se irán creando. En esos huecos brevísimos podrás ver y sentir la vida viva. No podemos tener la experiencia completa de nuestra naturaleza, de nuestro ser, hasta que no se crean esos espacios en blanco. Y mientras no sabemos quién somos, no sabemos lo que es la felicidad.
El modo de desactivarla es una actitud en si misma tranquila. Si luchas para no pensar, obtendrás tensión mental y muchos pensamientos relacionados con “no pensar”. Concentrado en la respiración, cantando mantras,  o simplemente esperando el autobús, en cualquier situación, podemos descansar y simplemente estar presentes.
Sabemos que cuando algo tiene mucho poder, más nos vale que esté supeditado a lo más noble y a lo más alto. Recordemos la energía nuclear. Nuestra mente, tu mente, como un impresionante ordenador, te ofrecerá  sus funciones para servirte y para llevarte muy muy lejos. O te matará.
Al servicio del corazón nos dará una riqueza de matices increíble en su función de crear representaciones que nos describan la realidad en todas sus dimensiones. También puede darnos información que creemos desconocer, si sabemos cómo hacerle las preguntas.  Puede ver el camino, el dharma, los detalles de la estrategia para que el amor se haga cargo de una situación. La mente al servicio del amor. ¿Te imaginas?
Ahora reflexionemos un momento sobre lo siguiente: La mente trabaja de noche y de día, creando pensamientos, que como una enredadera van tupiendo nuestra psique. Su desarrollo no es arbitrario. Por nuestra naturaleza inteligente y pensante necesitamos un paradigma para ordenar esos pensamientos en conceptos. No es posible, teniendo mente conceptualizante, no tener paradigma sobre la que urdir la trama de nuestras reflexiones.  Todos tenemos un sistema de creencias, es el software. No importa cuántos millones de pensamientos conscientes e inconscientes generemos en un día, todos ellos corresponderán a tu sistema de creencias. No tendrás ni un solo pensamiento que pudiera corresponder, por ejemplo, al sistema de creencias de un Buda. Ahí descubrimos una segunda y muy interesante cuestión. Si bien es nocivo, tóxico, el hecho de tener un descontrolado y compulsivo hábito de pensar, más lo es todavía que el paradigma que orienta los pensamientos, corresponda a un sistema involutivo y enfermo. Ya sabes por dónde voy.  Creemos que el miedo es útil, lo creemos. Creemos que el ataque es necesario. Lo creemos. Creemos que la culpa redime. Que el sufrimiento consigue la justicia. Que el amor es solo para quienes lo merecen. Que nuestra valía está por demostrar y que la establecerán los demás.  Que somos un cuerpo y nada más. Que la vida es hostil. Lo creemos, lo demuestran nuestros actos. Estas creencias están alimentadas por millones de mentes pensadoras compulsivas. La máquina devoró a su amo, como esas películas de ciencia ficción donde los ordenadores tomaban vida y esclavizaban a sus creadores. Y los conceptos, las creencias también tomaron vida (El concepto viviente. Hegel)
La tradición yóguica tiene una imagen simbólica para el centro de la frente, una flor de dos pétalos que simboliza el yin y el yang, la unión de los dos hemisferios cerebrales. Un tercer ojo que se abre serenamente para ver más allá de los pensamientos y de un paradigma herido de muerte. Abramos este ojo espiritual y entre pensamientos de amor y de unidad volemos libres en esos espacios abiertos e inmaculados donde tu vida late en plenitud.
Isabel Solana

La paz tiene su precio: tu cabeza y tu corazón; 
menos de eso es la guerra. 
Yogui Bhajan

La Llamada

Estoy llamando a todos los que me fueron dados antes de que el tiempo comenzara para estar a mi lado y salvar lo que nunca ha sido amenazado. ¿Entiendes ahora que esta es la única manera en que puede ocurrir? Si viera al mundo como un lugar que estuviera en peligro de ser destruido, entonces yo sería finalmente ineficaz. Pero si veo a través de los ojos de Dios, sabiendo que todas las cosas del tiempo no son más que ilusiones de algo mucho más profundo, más allá del efecto de estos desagradables sueños, entonces puedo ser usado para algo más grande. Tú estás siendo usado ahora, porque has aceptado los mismos ojos a través de los cuales Yo veo. Así es que el mundo cobra un nuevo propósito, uno que no es visto, pero es más real que cualquier cosa que hayas experimentado antes.

 Jesús.
Curso de Pacificación espiritual