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viernes, 30 de julio de 2010

No digáis que partiré mañana, pues aún estoy llegando

No digáis que partiré mañana,
pues aún estoy llegando.
Mirad profundamente; estoy llegando a cada instante,
para ser brote de primavera en una rama,
para ser pajarillo de alas aún frágiles,
que aprendo a cantar en mi nuevo nido,
para ser mariposa en el corazón de una flor,
para ser joya oculta en una piedra.

Aún estoy llegando para reír y para llorar,
para temer y para esperar.
El ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive. Soy un insecto que se metamorfosea
en la superficie del río.

Y soy el pájaro
que se precipita para tragarlo.
Soy una rana que nada feliz
en las aguas claras del estanque.
Y soy la serpiente acuática
que sigilosamente se alimenta de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
mis piernas tan delgadas como cañas de bambú.
Y soy el comerciante de armas
que vende armas letales a Uganda.
Soy la niña de doce años,
refugiada en una pequeña embarcación,
que se arroja al océano
tras haber sido violada por un pirata.
Y soy el pirata,
cuyo corazón es aún incapaz
de ver y de amar.

Soy un miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos.
Y soy el hombre que ha pagado
su "deuda de sangre" a mi pueblo
muriendo lentamente en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida
que hace florecer las flores de la Tierra entera..
Mi dolor es como un río de lágrimas,
tan vasto que llena los cuatro océanos.
Llamadme por mis verdaderos nombres, os lo ruego
para poder despertar
y que la puerta de mi corazón
pueda quedar abierta,
la puerta de la compasión.

Thich Nhat Hanh 

martes, 20 de julio de 2010

en una fracción de segundo

http://fluidos.eia.edu.co/hidrologiai/ejerciciohi/Esplendor.jpg 
Una de las primeras cosas que se notan cuando se trasciende el ego es la enorme transformación de la vida en una intensa sensación de estar vivo. Uno consigue experimentar la realidad antes de que fuera distorsionada, apagada y corregida con las suposiciones. El impacto, la primera vez que se experimenta la vida tal cual es, es abrumador.


Unos instantes antes de que desaparezca la ilusion del falso yo, hay, en los segundos restantes, un asomo de Realidad como nunca se hubiera podido imaginar.
El hundimiento del aparato perceptivo del ego revela un esplendor asombroso. Y en esa fracción de segundo, se puede sentir también una verdadera muerte, cuando los remanentes de la estructura del ego expiran junto con la creencia de que sólo él era real.

El Ojo del Yo. David R. Hawkins