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domingo, 7 de junio de 2009

Himno al Amor


Si yo hablase lenguas humanas y angélicas
y no tengo amor, vengo a ser como metal
que resuena o címbalo que retiñe.

Y si tuviese profecía y entendiese todos los
misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la
fe de tal manera que trasladase los montes,
y no tengo amor, nada soy.

Y si repartiese todos mis bienes para dar a
comer a los pobres y si entregase mi cuerpo
para ser quemado y no tengo amor,
de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no
tiene envidia, el amor no es jactancioso,
no se envanece; no hace nada indebido,
no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor; no se goza de la injusticia,
mas se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.

Las profecías se acabarán, cesarán las
lenguas y la ciencia se acabará, pero el
amor nunca dejará de ser.

Porque en parte lo conocemos y en parte lo
profundizamos; mas cuando venga el Amor
perfecto, entonces lo que es en parte
se acabará.

Y de los tres que ahora permanecerán,
la fe, la esperanza y el amor, el mayor
de ellos es el amor.

San Pablo,
Corintios 13