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domingo, 13 de junio de 2010

Disciplina de la buena

Delante de la palabra Yoga algunos dan un respingo. Está asociada a una persona cabeza abajo, a hojas de lechuga y granos germinados, a ejercicios inverosímiles y limpiezas intestinales. La caricatura de esta hermosa técnica es una persona adoptando una postura retorcida y una disciplina férrea para domesticar a un cuerpo de natural perezoso, gordito y travieso. Una disciplina militar para domesticar al rebelde y cazar a la escurridiza mente en una red de Om, Om, Om...
Algo de todo eso hay. Las posturas de yoga no son las que hacemos delante del ordenador, rompen nuestra rutina corporal y nos dan otra experiencia. La mayoría necesitamos cambiar la inercia de hábitos y adicciones que nos llevan derechito a la degeneración y la enfermedad. Nos hace falta disciplina.
Pero... como dijo Krishnamurti, la meditación no puede ser un problema más. El yoga no debe ser otra posibilidad para sentirnos culpables o fracasados. La disciplina sin culpa. La fuerza de voluntad sin violencia. Eso es yoga. Estamos troquelados por el pasado y cuando decidimos cambiar, hemos de echar mano de nuestro poder personal para liberarnos de esa cárcel y construir un nuevo sistema nervioso. Enfrentemos ese reto con firmeza y suavidad a la vez.    Todo un arte. Repito: hacer yoga es ser firme y suave a la vez, stira-suka. Hacer yoga es hacer arte con la vida, es bailar con las dificultades, cantar con las emociones, ser arquitecto de tu postura, poeta de tus dudas, chef de tus decisiones, director de tus personajes. Es el arte de deshacerse, descreerse, reinventarse, reconstruirse, rena- cerse, reevaluarse, desmontarse y volverse a montar usando la destreza de una actitud que no hiere y que no descalifica. Hacemos yoga cuando dejamos que la crisis nos revuelque, como cuando nos soltamos dentro de las olas grandes, el cuerpo flojo y salimos de ella despeinados pero interesados por el nuevo escenario. El yoga de la vida nos pide una destreza especial para evolucionar sin matar al que fuimos, que todavía vive dentro de nosotros y que merece respeto, caray. Me cae bien el rebelde, perezoso, gordito y vicioso que hay en nosotros. Trátalo con ternura, ya sabemos que ese tramposo no debe dirigir nuestras vidas pero enriquece nuestro trasfondo, nos da la sonrisa de la tolerancia cuando nos equivocamos y la generosidad de la camaradería cuando nuestros amigos de antes siguen acostándose demasiado tarde y demasiado borrosos.
Disciplina de la buena, eso es yoga.
Isabel Solana
editorial 'Ahora Yoga'


Con A mayúscula

Ningún dios cruel dispuso que sufriéramos para aprender, somos nosotros mismos los que jugamos con fuego y nos quemamos. Jugamos a inventarnos un sistema de justicia que vaya máslejos que el Amor, que mejore al Amor, otorgando premios a unos y castigos a otros. Nuestra bondad intrínseca nos lleva a tratarde inventar algo mejor que el Amor, qué ingenuos… Ni cortos ni perezosos experimentamos con los criterios de nuestro ego para ver si podemos crear un paraíso
donde refugiarnos. A veces ilusionados, otras desesperados, pero siempre pensando que estamos a punto de descubrir las perfectas reglas del juego de la vida. Las que nos mantendrán a salvo del sufrimiento y la injusticia.
Cada pensamiento, gesto u omisión orientado a inventar algo mejor que el Amor nos trae consecuencias nefastas. Karma. De igual modo que siempre que tocas el fuego te quemas. La reglas de la vida ya están inventadas, son increíbles, absurdas, se
basan en una sola premisa: Todos Somos Inocentes. Ese concepto, raro para el mundo, te ofrece una visión gloriosa de los hombres.
Una parte de nuestra mente está preparada para recibir esa propuesta radical. Sólo tenemos que cansarnos de jugar con el fuego y en ese hastío, optar finalmente por las reglas del juego del Amor, sencillo. Cómo no iba a ser así. Un tic tac incansable “es inocente y eres inocente” y no hay nada más que hablar... No hay nada másque hablar. No te sientas con el Amor a charlar sobre si esto y lo otro, no es como el diván del psicoanalista. El Amor te calla y simplemente te da la Visión Total de la Inocencia. Cuesta, me cuesta dejar el discurso donde me describo como el centro del universo, donde todo me cuadra para contarme la historia de mi vida. Si no me puedo contar ¿será que existo? ¿Qué sentido tendría la vida si no se resuelve a mi favor? Prefiero perderme en el sinsentido que el ego me propone para ver si encuentro el trofeo de mi victoria... ¿es ese el libre albedrío? ¿la posibilidad de soñar un laberinto donde no encontrar nunca la felicidad?.
Más allá de los sentidos, justo detrás de las apariencias, descorriendo ese velo que nos ofrece nuestro código de interpretar la realidad, está la Realidad. Más allá de nuestro sistema de justicia y nuestras opiniones. ¿No será eso precisamente lo que Patanjali nos indicó en su sutra pratiahara?.
Ya estamos suficientemente cansados. Hora de sentarse en el regazo del Amor y regresar a casa. En silencio. Viendo los paisajes transidos de eternidad y belleza de la humanidad Inocente. Finalmente eso estaba ahí esperándonos desde el principio. Tal vez hicieron falta todas esas vueltas, pero ahora que han terminado es como si nunca hubieran sido reales.
Nosotros sí que existimos. Existimos sólo porque estamos hechos de Amor. El karma da paso al dharma. Realmente, Existimos.

Isabel Solana
extracto revista 'Ahora Yoga'