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lunes, 2 de noviembre de 2009

Hacerte a un lado, es lo único que se te pide

"Consuélate. No se te pide que hagas nada. Hay un momento en el que hacerte a un lado es lo único que se te pide. Es un momento de descanso y no de esfuerzo; un momento de paz y no uno de conflicto. Ese momento está a punto de llegar. Parece producir miedo porque no está bajo tu control. Pero piensa por un instante; para por un momento y piensa con mucha honestidad lo que ha hecho tu control, las consecuencias que te ha acarreado.

Has estado atrapado en una trampa de la que nunca pudiste escapar. El conflicto, la culpa y el miedo te han acompañado y nunca se han ido de tu lado. Cada uno de vosotros ha hecho esto de forma diferente, sin embargo, cada uno ha de llegar al mismo lugar; al mismo callejón sin salida. Y ahora, para cada uno de vosotros, pareciera no tener escapatoria. Porque es cierto que no podéis escapar solos. Vuestras historias parecen diferir, porque, de hecho, toman formas diferentes. Sin embargo, su contenido único os hace hermanos. No residáis en las diferencias, si lo hacéis os perderéis. Cuando reconocéis el contenido común, la necesidad común, sois salvados.

El desastre que es vuestras vidas es una ilusión. ¿Qué puede resolver la forma de los sueños? No hay respuesta a una pregunta que aún no se ha formulado, puesto que no podría ser reconocida. Pregunta sólo esto: ¿Llevaré a cabo la función que se me ha dado? ¿Qué otra cosa se podría preguntar? ¿Por qué habría de saber la forma en la cual esa respuesta llegará a mi? Dios responde, “Sí” y se ha hecho. Sólo esto tiene significado para ti, nada más.

No es Él quien retendría el futuro y te dejaría sintiéndote temeroso. No podrías aceptar Su “sí” a través de formas que no puedas entender. Los acontecimientos en el tiempo aún se despliegan de acuerdo a lo que ha sido designado para ellos, y queda aún mucho por hacer. Planes basados en ideas intangibles no se te pueden mostrar completamente, y lo que no ha ocurrido aún ha de ser intangible. Esta fase de aprendizaje tiene una sola lección para todas las formas que tus problemas parecen tomar. Para Dios todas las cosas son posibles, pero debes pedirle Su respuesta sólo a Él.

Tal vez pienses que lo haces, pero puedes estar seguro de que si lo has hecho estarías tranquilo y completamente impávido ante cualquier cosa que pueda surgir. No intentes adivinar Su Voluntad para ti. No asumas que tienes la razón porque una respuesta parezca provenir de Él. Asegúrate de preguntar, y luego mantente muy quedo y deja que sea Él quien hable. No hay ningún problema que Él no pueda resolver, porque no es nunca Él Quien mantiene ciertos asuntos aparte para que sea otro quien los resuelva. No puedes compartir el mundo con Él y hacer que la mitad de éste sea Suya mientras la otra mitad aún te pertenece. La Verdad no transige. Mantener algo separado es mantener todo separado. Tu vida le pertenece a Dios completa y plenamente, o no le pertenece en absoluto. No hay ningún pensamiento, en el mundo entero, que parezca ser más terrible.

Sin embargo, sólo cuando este pensamiento aparece en perfecta claridad hay esperanzas de paz y seguridad para la mente que por tanto tiempo se mantuvo retorcida y oscura con el fin de evadir la luz. Esta es la luz. Hazte a un lado y no residas en las formas que te mantendrían aprisionado. Llevarás a cabo tu función. Y tendrás todo aquello que necesites. Dios no fracasa. Pero no impongas límites sobre aquello que le entregas para que resuelva. Porque Él no puede ofrecer miles de respuestas cuando sólo hay una. Acepta esto de Él, y no quedará ninguna pregunta por hacer.


No te olvides, si intentas resolver un problema, que lo has juzgado por tu cuenta y, por lo tanto, has traicionado el papel que te corresponde. La Grandeza, que proviene de Dios, establece que el juicio es imposible para ti. Pero la grandiosidad insiste en que juzgues y que traigas a ella todos los problemas que tienes. Y, ¿cuál es el resultado? Observa cuidadosamente tu vida y permite que hable en tu nombre.

¿Es este frágil aliento y profunda incertidumbre tu elección para ti mismo? O preferirías descansar a salvo, seguro de que no fracasarás en tu petición de que todos tus problemas sean resueltos. No confundas los sutiles disfraces que utilizas para cubrir el juicio. Estos pueden parecer tomar la forma de caridad, misericordia e, incluso, amor; lástima, empatía y cuidado. Sin embargo, sabes que no es lo que parece porque el problema aún sigue sin resolver y persigue a tu mente en sueños malvados.

¿Qué has mantenido separado de Dios que esconderías detrás de tu juicio? ¿Qué has ocultado debajo de la capa de amabilidad y preocupación? No uses a nadie para tus propias necesidades, porque esto es “pecado”, y pagarás el castigo de la culpa.

Recuerda que no necesitas nada, sino que tienes un infinito almacén de regalos para dar. Pero enséñate esta lección sólo a ti mismo. Tu hermano no la aprenderá de tus palabras o de los juicios que has impuesto sobre él. No tienes ni siquiera que decirle una palabra. No has de preguntar, “¿Qué le podría decir?” y escuchar la respuesta de Dios. En su lugar dile, “ayúdame a ver este hermano a través de los ojos de la verdad y no del juicio”, y la ayuda de Dios y de todos Sus ángeles responderá.

Pues sólo aquí descansamos. Desechamos nuestros juicios limitados y nuestras lastimosas palabras; nuestros ínfimos problemas y nuestras falsas preocupaciones. Hemos intentado ser señores de nuestro destino y pensamos que la paz se encontraba allí. La libertad y el juicio no pueden coexistir. Pero a tu lado está Aquel Quien sabe el camino. Hazte a un lado y permite que Él te dirija al descanso y al silencio de la Palabra de Dios."

Jesus, en UCDM (Urtext)

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