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sábado, 3 de octubre de 2009

La purificación es algo que es únicamente propio de Dios, y, por lo tanto, es para ti.


Limítate simplemente a hacer la pregunta. La respuesta se te dará. No trates de contestarla; trata simplemente de recibir la respuesta tal como se te dé. Al prepararte para el instante santo, no intentes hacerte santo de antemano a fin de estar listo para él. Eso sería confundir tu papel con el de Dios. La Expiación no puede llegarles a los que piensan que primero tienen que expiar, sino sólo a aquellos que simplemente le ofrecen su buena voluntad para de este modo hacer posible su llegada. La purificación es algo que es únicamente propio de Dios, y, por lo tanto, es para ti. En vez de tratar de prepararte para Él, trata de pensar de esta manera: Yo que soy anfitrión de Dios, soy digno de Él. Aquel que estableció Su morada en mí la creó como Él quiso que fuese. No es necesario que yo la prepare para Él, sino tan sólo que no interfiera en Su plan para reinstaurar en mí la conciencia de que estoy listo, estado éste que es eterno. No tengo que añadir nada a Su plan. Mas para aceptarlo, tengo que estar dispuesto a no substituirlo por el mío.
UCDM

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