El Maestro es ascendido gracias a la promoción del alumno. El Maestro está condicionado por la comprensión y la demostración del alumno. El alumno por el amor incondicional del Maestro. Esta es la paradoja del desaprendizaje.
Cuando el Maestro y el Alumno se sincronizan, sus secuencias están ligadas en el deshacimiento del tiempo, y se reconocen como Uno fuera del marco espacio-temporal: Uno viene del final del tiempo, y vuelve para acompañar a dar los pasos hacia atrás con Uno que viene del principio y cree caminarlos hacia adelante. Son Uno al Principio y al Final. Y en cada momento que reconocen que no existen en el medio del camino. Uno acepta estar equivocado constantemente, y Uno acepta la Corrección permanentemente. Uno vive su Despertar de nuevo, y Uno lo vuelve a vivir de nuevo. Lo hacen porque la única forma de Guiar es demostrando el Camino, y porque juntos se regocijan al compartirlo.
Es el Juego de la Salvación: las aguas turbulentas del rio, descienden del manantial de las pacíficas nieves eternas; y de las aguas estancadas de la existencia ascienden de Regreso, Gracias al Amor solar de Dios por Su Hijo.
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