El Yoga del Conocimiento nos puede estirar hasta el infinito, pero en su proceso no arranca ni descuartiza al ego de ningún modo.
El ego -nuestra personalidad humana- no es nada malo que debamos destruir, es simplemente la idea de que somos limitados y que hay algo externo que nos puede dañar. Sentir esa amenaza debería ser suficiente para dejar el sentimiento de vulnerabilidad personal a un lado sin pretender forzarlo hasta sus límites. Pero nuestro ego cree que merece castigo y que sentirse culpable es la absolución.
Al ego hay que dejarlo a buen recaudo, en un lugar seguro donde el pueda jugar a lo que juega, hacer lo que hace para que lo que realmente somos, siga viajando por el lado activo del infinito. Si lo hacemos con paciencia y afecto no nos podemos equivocar, iremos más rápido o más lento pero la sadhana será tan sencilla y eficiente que la podremos disfrutar lo suficiente como para no tener que inventarnos más escapismos para no estar presentes uno frente al otro. La sadhana se convertira en nuestra vida cotidiana, en todas nuestras relaciones.
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